miércoles, 18 de enero de 2012

... Mirada india... (Indian eyes)

De Viajando con Prana Renaissance


La piel de los indios del sur es oscura, y mientras más al sur, más oscura y más lustrosa. Son delgados, caminan con garbo. Las mujeres florecen todos los días y andan cubiertas de sus pétalos de seda: sarees y kurtas y bufandas casi transparentes. No importa de qué casta sean, ni qué oficio desempeñen. Una vez vi a una mujer barriendo las escaleras de un centro ayurvédico. Tenía un saree digno de una princesa.
La mirada de los indios es transparente. No hay codicia en sus pupilas. Cuando te miran no ven tu cara, ven la mano de dios en tu cara. Los ojos de los indios no son como los nuestros. Miran con esperanza.
Nadie roba. Las mujeres andan con el oro alrededor del pecho y en sus muñecas. Nadie codicia porque saben que su vida ha sido planeada por los dioses, y agradecen cada mañana sólo porque el aire anima su respiración.

Los indios viven lejos de la invención de los relojes. Ir a la India es colarse por un resquicio del tiempo. Por eso es tan fácil hacer mandalas en el agua.

De Viajando con Prana Renaissance


Hablan 1600 lenguas antiguas. Son 2 billones de habitantes. Pero al sur es la pura soledad la que habita. Llanuras, montañas encorvadas y derruidas, paisajes de piedras enormes entretejidas con verde. Vendedores de coco y de jackfruit a la vera de las carreteras. Diosas cornudas y nobles que ayudan a los campesinos a arar sus tierras y a cargar las frutas. Estanques salpicados de lotos rosados que nadie se detiene a mirar. Templos ancianos que aún se llenan de pasos reverentes y otros más ancianos que solo dejaron ruinas coloradas.
Pisando esa tierra piso las fauces de la nostalgia. Me reencuentro con mi Madre. Estando ahí no necesito leer los textos que tanto admiré. Las batallas se siguen librando. La danza de Shiva sigue transcurriendo. Y Kali sigue golpeando con sus plantas oscuras sobre la tierra. Lo siento, seré más narrativa la próxima vez. Es sólo que para cruzar los ojos de ese país hay que entrar por la boca de la poesía.

De Viajando con Prana Renaissance

Los preparativos... y los preconceptos

Fui encargada para juntar un grupo de personas que estuvieran interesadas en conocer el Sur de la India, que fue mi primer viaje. Los comentarios que escuché, como ya lo mencioné en la introducción de esta bitácora, fueron algunos como:

Los positivos pero sesgados:
- La comida es muy rica
- ¿Van a ir al Taj Mahal?
- ¿Allá todo es muy barato cierto?
- Los tigres son hermosos allá
- Qué rico montar en elefante

Los negativos:
- ¿Eso está muy superpoblado no?
- Es un país muy atrasado
- Todos los que van a la India se enferman
- Ay, esos matrimonios con niñitas de 12 años...
- Qué terrible lo del Ganges

Claro, son realidades parciales, pero que no le ocurren a todos los habitantes o a todos los visitantes. Y sobre los lugares que mencionaban en esos comentarios, India es tan inmensa que, ni el Ganges la recorre toda, ni el Taj Mahal es lo más importante para ellos. Realmente podríamos comparar esos comentarios con nuestra propia realidad, en que estamos apiñados más de 40 millones en un territorio habitable tan pequeño, y en que tenemos ríos tan sucios como el Bogotá, a cuya vera cultivan vegetales y animales que comemos todos los días sin saber su procedencia (algunos se bañan en sus aguas). En todos los países del mundo hay pobreza, hay enfermedades, hay suciedad. Pero eso no es lo que impide a los turistas visitarlos. Porque todos los países del mundo tienen monumentos dignos de verse, y culturas dignas de conocerse. Millones de personas de todo el mundo viajan cada año a la India en busca de crecimiento espiritual, de masajes ayurvédicos en esos spas tan maravillosos que tienen por todo el subcontinente, viajan para comprar las sedas, el incienso, los tratamientos para la piel, y viajan para conocer esos templos tan antiguos y hermosos, y para visitar construcciones tan asombrosas como el Taj Mahal o el Palacio de los Vientos.

Un último comentario que aún me sorprende. Me lo dijeron por lo menos 3 personas: que los indios huelen mal. Esto, debo decirlo, es un comentario sesgado, prejuicioso y racista. Es lo mismo que decían los europeos sobre los africanos, los occidentales sobre los japoneses, los japoneses sobre los occidentales... los indígenas americanos sobre los europeos. Son palabras que separan, que generalizan, que excluyen. Es como volver a los cuentos maravillosos donde el ogro le dice a su mujer: "huele a humano". Son comentarios que no están llegando a lo hondo de la cultura, sino que se vuelven meras disculpas para excluirla, para relegarla, para rebajarla a la calidad de un alimento en mal estado. Cuando uno va al mercado, uno "huele" (o debería oler) lo que va a comprar. Ah, esto está dulce, esto está verde, esto está pasado. Pero calificar a las personas por el olor es un comportamiento más que límbico, no creen? Como si inconscientemente todavía las quisiéramos comprar. Como si fuéramos aún esclavistas, o tribus caníbales oliendo a sus enemigos incautados en batalla, o perros oliéndose el miedo unos a otros para establecer su dominio sobre los más débiles. Y es además como ese texto de la Biblia que dice: "mira la viga en tu propio ojo y no la paja en el ojo ajeno". Olámonos un poco nosotros mismos antes de criticar el olor de otro. Y pongamos en la balanza, de un lado, los upanishads, el Baghavad Gita, los vedas, los sutras budistas, los yogasutras, todos en una pila (no nos olvidemos de los millones de partituras de cantos sagrados y tradicionales, y se me siguen ocurriendo cosas), y del otro, el humor corporal. Los dioses y los avataras estarían bastante molestos si después de tantos milenios intentándole enseñar a la humanidad a desarrollar su alma, lo único que quedara de toda esa sabiduría fueran esos comentarios tan pueriles.

Así pues, después de mucho trabajo logré juntar un grupo pequeño de personas para que me acompañaran a esta aventura. En los artículos siguientes voy a irles contando mis peripecias, los problemas reales que enfrenta un turista estando allá, las formas de superarlos, y las maravillas del código de valores que tienen los habitantes de ese país.

Mi experiencia en la India - a modo de introducción (my experience in India - an introduction)


Este blog ha sido creado para compartir con los cibernautas mi experiencia en India, como acompañante y traductora de la agencia Prana Renaissance.
Cuando comencé a hablarle a la gente sobre la India, me di cuenta de que la gente tenía una cantidad de preconceptos de todo tipo. Ideas sobre sanidad, ideas raciales, preconceptos religiosos. Alguien una vez me dijo: "las personas que he conocido y que han ido a la India, han regresado y se han muerto". Yo en ese momento no pude decirle nada, pero la verdad es que conocí a un señor de 98 años que aún se trepaba a los árboles de su finca y estaba lúcido y saludable como él solo, y en un viaje a Miami se cayó en un lujoso centro comercial, se golpeó muy fuerte en la cabeza y murió. Mi madre, una persona activa y energética, sufrió de una extraña hemorragia y murió en su casa, en su cama. Preconceptos como ese de la muerte, fomentado por personas que intentan dañar la reputación de un pueblo, nos quitan la posibilidad de viajar con la mente en blanco y totalmente abiertos a conocer culturas absolutamente diferentes a la nuestra, a probar comidas deliciosas, a recorrer templos que nos quitan el aliento (no importa si no son dedicados a la deidad a quien nosotros expresamos nuestra fe), y a dejarse simplemente asombrar de que la humanidad no sea lo que nosotros habíamos pensado, de que el hombre sea capaz de tan diversas soluciones a los mismos problemas. Ponernos ante culturas tan diferentes nos derrumba sin duda nuestros paradigmas. Pero dejarnos llevar por nuestros preconceptos sólo nos priva de experiencias que deberían abrir nuestra mente. La India es un país fascinante, diverso cultural y religiosamente. Es un continente entero de una antigüedad enorme, unas tradiciones que hasta hoy subsisten, una profundidad espiritual ancestral que ha influido todos los aspectos de la cultura (o culturas) occidentales: la filosofía, el arte, la política, la economía, no he visto nada escrito desde los griegos hasta hoy (que es lo poco que nos enseñan sobre la humanidad) que no haya sido atravesado por aspectos de la cultura india. Nuestra religión nos enseña que todo lo que no hable de Yavé es reprobable. Pero la forma como el concepto Dios fue forjado en el judeocristianismo tiene como abuelos estas culturas que reprobamos o subvaloramos: la persa, la india, la china, la egipcia. Es por eso que quiero que me acompañen en esta bitácora de viaje, que narra el constante asombro y la dualidad que sentí, entre mi deseo de aprender y mi incesante asombro por las cosas nuevas que conocí, y los preconceptos también asombrosos y totalmente sin fundamentos. Esta es la visión de una amante del conocimiento y de la sabiduría de la humanidad, que no tiene dueño. Y espero que ayude a curar a los lectores de los preconceptos sobre esta complejísima y hermosa gama de culturas que habitan este subcontinente asiático.