viernes, 20 de enero de 2012

"Spicy food, simple life"



Todas las culturas más antiguas sabían que la manera más saludable de comer los alimentos era con la mano. Los indígenas americanos en algunas comunidades aún lo hacen. Se sirven la comida en hojas de palma o de plátano y con los dedos la van agarrando. Se establece una relación más íntima con la comida. Los indios del sur también lo hacen. También usan hojas de plátano para servirse, e incluso venden unos platos ya hechos, recortados, con esas hojas, que le dan a cada preparación un sabor especial.
La comida se sirve y se come con la mano derecha. Comer con ambas manos está mal visto. La regla tiene una razón práctica: si sirves y comes con ambas manos te enmelotas todo y si vas a coger un vaso o algo lo vas a volver todo una melodía.
Por eso ellos son meticulosos en lavarse las manos antes y después. En todos los restaurantes hay un lavamanos expuesto, en todas las casas al lado del comedor hay un lavamanos.
Si tú crees que tu comida puede estar en mal estado, mal cocida o envenenada, tú cierras los ojos e impones las manos sobre tu plato con la comida, sin llegar a tocarlo, y dices mentalmente: "atma namastê", del sánscrito, que significa "alma, yo os saludo". Si no hay duda ninguna sobre la procedencia de la comida, igual la gente del sur la toma con la mano, la pasa frente al entrecejo y luego frente a cada ojo antes de probar el primer bocado. Nunca pregunté por qué hacían eso, pero supongo que es una forma de bendecir la comida. Para ellos el entrecejo es un punto importante energéticamente, y los ojos también. Por ahí uno se conecta con lo divino.



Ahora sí puedo hablar sobre el título de este artículo: spicy food, simple life. Como sabemos, muchas culturas asiáticas, basan su dieta en cuanto a condimentos, en una variedad de especies picantes. Al sur de la India comen más picante que al norte. Yo que sufro de colon irritable, particularmente tengo una intolerancia con este tipo de comida. Y entre quienes me acompañaban, había personas con el mismo síndrome. Así que yo llegué unos días antes que el resto para ser conejillo de Indias (valga el juego de palabras) con el tema de la comida. Querían ver qué era "no spicy" para nosotros los colombianos, y me prepararon una serie de platos para que yo probara y a-probara. Nace la cuestión de la etiqueta. Estaba en casa ajena, era la primera vez que iba, era difícil decir "no me gustó". Pero al mismo tiempo estaba la cuestión del deber. Ellos iban a prepararnos la comida a todo el grupo según lo que mi dedo pulgar dijera. Estaba entre la espada y la pared, o entre el plato y el asiento. Así que ellos comenzaron a servirme, como es costumbre en India, en pequeñas porciones, una tras otra. Todo estaba delicioso pero extremadamente picante. Y con cada porción doña Usha me repetía con el acento marcado de todos los habitantes del sur: "this is no spicy". Al tiempo que iba metiéndome los bocados de comida a la boca, yo comencé a descubrir diferentes texturas y sabores del picante, texturas y sabores que no conocía, pero que mi organismo no estaba recibiendo de muy buena gana. Comencé a sudar frío, a sentirme cada vez más mareada, y al final juro que estaba ad portas de alucinar o de tener alguna visión extática. Y seguía en esa dualidad de "está rico pero... no lo voy a resistir, y los demás probablemente tampoco". Mi amigo Abhilash (mi jefe) finalmente creo que alguna cosa se me comenzó a ver en la cara porque comenzó a preguntarme si estaba bien. Yo decía que sí pero mis ojos llorosos y mi cara sudada creo que decía que no tanto. Pasado un tiempo después de terminar de comer, dije que me sentía mal. Me dijeron que no me preocupara, que me iban a dar algo para eso. Al rato me trajeron un vaso con una bebida caliente, que yo emocionada pensé que iba a ser uno de esos tecitos tan deliciosos que hay allá, de todos modos, algo dulce. Cuando lo pruebo... era como caldo maggi con un leve toque dulce al final. ¡Más sal! Y era... picante. No! Mi reino por un agua aromática! Bueno, siempre fui una niña juiciosa, nunca desprecié nada que me ofrecieran en las casas donde iba de visita, no iba a empezar ahora a mis treinta y tantos. Me lo tomé. Y... curiosamente, sí me quitó el malestar. Pero entonces ellos se quedaron mirándome compasivos y me dijeron: creemos que nada de lo que has comido podrán comerlo los demás del grupo. Aleluya! O... como se diga en sánscrito. Mis plegarias fueron escuchadas. El cocinero que contrataron para el tour comenzó cada día a hacernos comida más adaptada a nuestro paladar, y nadie sufrió de ningún malestar estomacal... excepto yo al final, pero por diferentes razones y eso es algo que contaré en su momento.
De todos modos, esto que acabo de relatar es el punto de partida de la frase que da título a este artículo. Porque un día con Abhilash estábamos hablando, y él me decía que no podía creer lo simple que era nuestra comida, y en contraste, lo que era la vida en Occidente, y sobre todo en Colombia: la promiscuidad, la violencia, las guerras de guerrillas. Y fue cuando me dijo: "Us Indians are: spicy food but, simple life" (nosotros los indios somos: comida picante, vida simple) "but you people have simple food and spicy life" (pero ustedes en cambio son: comida simple, vida "picante").