lunes, 6 de febrero de 2012

¿¿Otra vez arroz?? (Rice again??)



El arroz es la base de la alimentación, en general, en casi todos los países del Asia. Chinos, japoneses y por supuesto indios, tienen en el arroz el elemento más preciado para su nutrición. En eso se parecen bastante a nosotros los colombianos, que no perdonamos un almuerzo sin arroz.
Sin embargo, siendo la India un país donde el 80% de la población es vegetariana por principios religiosos, la creatividad con vegetales, legumbres, frutas y especias es increíblemente variada. El cardamomo, el comino, la mostaza en semillas, la cúrcuma, son muy comunes en las preparaciones del arroz. Por supuesto, la pimienta, el ají, el curry y demás aderezos picantes son el pan de cada día.
Ahora, quiero hacer una salvedad para dejar en claro esta relación entre religión y alimentación. En todas las grandes religiones, la dieta está íntimamente asociada con los preceptos y creencias. Los musulmanes no comen cerdo, los judíos sólo comen carne si la muerte del animal está supervisada por un rabino, los hindues no comen ninguna carne bajo ninguna circunstancia. Los cristianos durante la cuaresma no comen carne de mamíferos. Etcétera. Desde tiempos ancestrales cuando se consolidaron las religiones más importantes y antiguas (hinduismo, shinto, taoismo, judaismo --- cristianismo e islam son relativamente recientes junto con el budismo que no es en sí una religión sino una filosofía), la dieta del alma y la dieta del cuerpo han ido siempre de la mano. Por lo que ya había comentado en otro artículo, que el cuerpo es un microcosmos del templo y el templo es un microcosmos del mundo, y éste, del universo. Si el cuerpo está sano, el universo también lo estará. Por otro lado, contemplemos los tres niveles del ser humano, como lo ven los orientales: Cuerpo, mente y alma. Así, si el cuerpo está sano, la mente y el alma también. Como decían los romanos, "mens sana in corpo sano" (mente sana en cuerpo sano).
Los hindúes respetan profundamente la vida en todas sus expresiones. Y están absolutamente en contra del sufrimiento innecesario y de la muerte sin sentido. Y contrario a lo que piensan los carnívoros, ellos encuentran todas las proteínas, vitaminas, minerales, lejos de las carnes y de los órganos animales (para que no quepa duda). ¡Y hay que ver que son dos billones de habitantes! Y que han sobrevivido tantos siglos como los países carnívoros. Aclaro, soy carnívora (cada vez menos) pero estoy totalmente de acuerdo con esta mentalidad. Estuve un mes entero conviviendo con vegetarianos en la India y no me hizo ninguna falta la carne. Ni siquiera necesité paleativos de soya. Es que hay tanta variedad de productos vegetales sobre este suelo que habitamos, que no tendríamos por qué recurrir a matar a ningún animal para sobrevivir. Incluso hay algunos maestros muy sabios que dicen que uno puede aprender a vivir de "prana": de la energía que nos da el sol. Hasta allá no sé si yo llegaría, aunque me parece bastante "cool" (... y barato si lo vemos de ese modo) pararse frente al sol todos los días por una media hora y quedar llenos para el resto del día.

De Viajando con Prana Renaissance

(Las vacas que, por lo menos en el sur, tampoco es que se manden solas. Pertenecen por lo general a alguien, y tampoco andan ociosas. Trabajan arando granjas, proporcionan leche y queso, transportan carritos con cosas)

Pero de todos modos, siendo vegetariano en la India, se puede tener acceso a 4.000 platos diferentes. Es decir, tiene uno para varios años sin repetir el mismo plato. Claro, va a comer mucho arroz pero siempre en preparaciones diferentes y con distintos acompañamientos. De todos modos, ser partícipes del ritual diario de la comida diaria en la India es una experiencia que vale la pena vivir. Nosotros que, como ya dije, habíamos sido bendecidos gástricamente con la compañía de nuestro cocinero privado Prakash, nunca pasamos hambre y nunca dejamos el plato lleno (excepto nuestra amiga de la coca-cola).
Claro que nos costó acostumbrarnos, pues claro, a los colombianos nos encanta el arroz. Pero comerlo al desayuno, al almuerzo, a la comida, con el té de las 5 de la tarde, es un poco difícil al comienzo.
Debo hacer referencia al texto de mi amiga Inés y ampliar una de las situaciones narradas por ella en éste: ella cuenta cómo los preconceptos que los 40 millones de habitantes (tal vez no los 40 pero sí unos... 39) se amontonaron en las cabezas de 2 de nuestros huéspedes, y la segunda noche que estábamos viajando, nos hicieron huelga a la comida: "¿Otra vez arroz?? ¿Es lo único que vamos a comer durante el viaje??". No, no era arroz. Era arroz blanco, arroz con cúrcuma, arroz con verduras, arroz con semillas de mostaza. ¡Esta gente no entiende nada!
Pero hablando en serio, no, no fue sólo arroz. Hay muchas masas deliciosas que se pueden comer en las comidas. El dosa y el chapati es lo que más recuerdo, son tortillas deliciosas que uno puede usar a modo de cuchara para untar los purés de alverja, de garbanzo, el arroz, las verduras. O acompañarlo con deliciosas sopas. Eso sí, si uno se arriesga a comer los alimentos picantes, el arroz con kurts que le sirven a uno como sobremesa es lo más digestivo y antiácido que puede haber. Eso y la "buttermilk" que es lo mejor. Un poco agria, ácida, lejanamente dulce, pero liviana y muy digestiva.
Y un tip para los amantes de la cocina: uno puede hacer 5 kilos de arroz blanco y comerlo sin aburrirse durante días, sólo con hacer diferentes "sopas" para echarle encima al servirlo: el gee (mantequilla derretida) se puede hacer con semillas de mostaza, semillas de comino, cardamomo, y hacer diferentes combinaciones. O se puede hacer un caldo con verduras y un toque picante al gusto, o salsa de soya también con verduras, y todos los días se comerá algo diferente y delicioso, sin necesidad de carne.

De Viajando con Prana Renaissance

(Aquí no estoy tomando buttermilk sino té, pero no tengo fotos mías tomando buttermilk)
Pero me alejé del tema de la huelga. Después de esa noche, toda la alimentación tuvo que ser reprogramada. Se siguió sirviendo arroz porque ya estaba comprado, pero se acompañó de otras cosas, y Prakash (bendito sea) nos fue encontrando el umbral de tolerancia gustativa, los "decibeles papilares" que podíamos tolerar. Claro, lo que ocurrió a causa de esos experimentos culinario-colombianos fue que al tercero, cuarto día del tour, los pobres acompañantes indios que teníamos tuvieron que buscar dónde comer, porque encontraban nuestra comida incomible. Ahí fue realmente donde comenzó el tema de "spicy food, simple life Vs. spicy life, simple food" A mí al final me dio mucha ternura porque, tanto en un par de restaurantes donde paramos a comer (en oportunidades donde Prakash no podía cocinar él por diferentes razones) como en el hotel en Mysore donde nos quedamos los últimos 7 días, nuestros acompañantes y guías entraban primero que nosotros, pedían hablar con el cocinero, daban las especificaciones de cómo debían prepararnos nuestra comida, y nos hacían todo un banquete adaptado a nuestras limitaciones. En el hotel de Mysore incluso, como el comedor era de dos pisos, a nosotros nos dedicaban un piso y nos servían un buffete, al desayuno, al almuerzo y a la comida, y no permitían que nadie más se sirviera nuestra comida, sólo nosotros. Eramos los huéspedes especiales. Y nos trataron tan como reyes que incluso un día, el administrador del hotel nos llevó un platico con unas especies de mini-milhojas color marfil. Eran del tamaño de un bocado. Cuando las tomamos entre los dedos, casi se deshacen. Y al metérnoslas en la boca, se deslieron completamente, dejando un sabor dulce, suave, como una tajada de cielo. Repentinamente me sentí en tiempos antiguos como una princesa con sus esclavos abanicándola (imagen un poco cruel pero qué le vamos a hacer, así fue la antigüedad) y otros esclavos masajeándole los pies (que harto dolían a causa de las largas caminatas sin zapatos) y otros danzando frente a mí. La Coca-cola lady apenas miró esos trocitos de ambrosía y ni los probó. Se perdió de la experiencia gustativa más hermosa de todas las que se puedan tener en una vida.


(El tercero de derecha a izquierda, de camiseta azul de rayas, es el administrador del hotel)

Para concluir, recuerdo cuando visitamos uno de los ashram, que había una conglomeración de personas, todos en silencio o murmurando, ningún apeñuscamiento, todos con caminar lento, casi ceremonial. Cara circunspecta, algo melancólica, entre tanto color de sus dotis (vestido masculino) no se entendía muy bien lo que estaba pasando. Alguien del grupo dijo en tono de burla: "ay miren lo que están comiendo. ¡Arroz!". Efectivamente en el centro de ese lento conglomerado había alguien con una especie de caldero y les servía a todos una ración. Pregunté a Abhilash qué estaba pasando, y me respondió: "Es un servicio que prestan a la comunidad. A todo el que quiera venir a esta hora a comer, se le dará un plato de arroz". Les transmití la frase a mis compañeros. Tanto que se quejaban porque "otra vez arroz", pero -y podré sonar sermonuda- pensar que hay gente que no tiene ni eso, y que agradece profundamente que se le brinde sólo eso...

De Viajando con Prana Renaissance